“QUIEN QUIERA SER EL PRIMERO, QUE SEA EL ÚLTIMO DE TODOS Y EL SERVIDOR DE TODOS”. Mc 9, 30-37
Mientras Jesús anunciaba a la gente lo mucho que iba a ser humillado para salvar a todos, sus discípulos en cambio, iban discutiendo por el camino sobre quien sería el primero en el reino de los cielos. Todavía tenían una visión muy humana y egoísta de la misión que Jesús le s iba a encargar.
Cuando llegaron a la casa Jesús les preguntó sobre esa discusión que habían mantenido en el camino. Entonces se sentó y, llamando a los apóstoles, les dijo: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.
Entonces, para que los apóstoles comprendan mejor esa lección de humildad, tomo a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y luego añadió: “El que recibe a uno de estos niños, a mi me recibe; y quien me recibe, no me recibe a mi sino al que me envió”.
Servir es amar con obras, es ayudar a los demás con caridad. Jesucristo manifestó varias veces en su vida “que no vino para ser servido, sino para servir, y, además, para dar su vida en redención de muchos”. Y así tiene que ser por lo tanto la vida de todo cristiano debe ser un servicio por amor a los demás.
Mas aún, toda autoridad, enseña Jesús, debe ser un servicio. En los poderes públicos, en la Iglesia, en la familia y en toda la sociedad el ejercicio de la autoridad debe entenderse como un servicio. Gobernar debe ser buscar el bien de los demás y nunca lo contrario: buscar el provecho propio. “Quien entre vosotros quiera ser grande sea vuestro servidor”
Comentario del religioso: Joaquín Díez Esteban
Mientras Jesús anunciaba a la gente lo mucho que iba a ser humillado para salvar a todos, sus discípulos en cambio, iban discutiendo por el camino sobre quien sería el primero en el reino de los cielos. Todavía tenían una visión muy humana y egoísta de la misión que Jesús le s iba a encargar.
Cuando llegaron a la casa Jesús les preguntó sobre esa discusión que habían mantenido en el camino. Entonces se sentó y, llamando a los apóstoles, les dijo: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.
Entonces, para que los apóstoles comprendan mejor esa lección de humildad, tomo a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y luego añadió: “El que recibe a uno de estos niños, a mi me recibe; y quien me recibe, no me recibe a mi sino al que me envió”.
Servir es amar con obras, es ayudar a los demás con caridad. Jesucristo manifestó varias veces en su vida “que no vino para ser servido, sino para servir, y, además, para dar su vida en redención de muchos”. Y así tiene que ser por lo tanto la vida de todo cristiano debe ser un servicio por amor a los demás.
Mas aún, toda autoridad, enseña Jesús, debe ser un servicio. En los poderes públicos, en la Iglesia, en la familia y en toda la sociedad el ejercicio de la autoridad debe entenderse como un servicio. Gobernar debe ser buscar el bien de los demás y nunca lo contrario: buscar el provecho propio. “Quien entre vosotros quiera ser grande sea vuestro servidor”
Comentario del religioso: Joaquín Díez Esteban
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